Fenómenos de la conciencia y fenómenos de la realidad.
Cuando <miramos>, eso que estamos haciendo, no es una actividad que pueda reducirse a la biología (<experimentar>, con un grado de conciencia mayor o menor, una sensación determinada) o a la psicología (<ver>, con un grado mayor o menor de precisión o de discriminación algo determinado). <Mirar> es una parte o elemento componente fundamental de la perspectiva. Y, en la perspectiva estamos, y por ello <miramos> desde su determinación existencial que, sin embargo, hay que aceptar y practicar.
Nuestra perspectiva ha de ser nuestra <propia> perspectiva para que lo que <miramos>, y las consecuencias vitales, prácticas y existenciales nos sean significativas con la persona <quien> somos. La perspectiva no es una expresión o una manifestación más o menos formalizada de la propia subjetividad, no es un fenómeno de la conciencia. Nuestra realidad como personas incluye también la conciencia y hasta todas las variaciones contrafácticas del subjetivismo más desolador para la vida <propia> de cada <quien>. La condición humana es compleja, y el subjetivismo contemporáneo no hace sino perjudicar muy gravemente los fenómenos que aparecen en la realidad que nos rodea violentándolos. Esta distorsión se proyecta también sobre los seres humanos y sus vidas: unos individuos violentan a otros si no se someten a sus deseos.
La interpretación particularista (sic) de las experiencias y las vivencias, el tótem contemporáneo y catastrófico del sentirme-ntalismo, una de las últimas adaptaciones del relativismo para no desaparecer en alguno de los avatares futuros con la civilización que sostiene, trata de ocultar su naturaleza inconsistente y ontológicamente vacua en un presunto valor universal de cierto componente íntimo indefinido e indefinible transcultural: el sentimiento. La realidad se hace vacua, oscuramente sentimental, en cada fenómeno <cultural< o <social>, en cada <interpretación> o cultura, así se salva el relativismo y se intenta conseguir paradójicamente una sobreestructura <ideal> o ideológica relativista y universal.
Estos dos antiguos y recalcitrantes vecinos de nuestra cultura, el subjetivismo y el relativismo se renuevan y se apoyan, hoy de forma muy evidente y sistemática, para lograr una <realidad> que desvalorice el desvelar de toda actividad veritativa y así, de la vida humana.
La perspectiva no <construye> la realidad haciéndola <mi realidad>, al contrario, esta me compromete con mi lugar y el <logos> que de ella soy responsable - pero no creador- para su aparición <pública> e histórica. Mi perspectiva es mi posición responsable para la vida más plena. Mi <conciencia> puede ocultarla o crear distorsiones para evitarla, pero cuando acepto mi realidad perspectiva, mi vida como persona, no la huyo, no la someto a mis disfuncionalidades, la acepto como vía para una vida lograda, para una realidad plena.
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