¿Es posible vivir hoy como una persona ?

La perspectiva del engaño o simulación.

Como sabemos, cada persona, e incluso cada grupo humano e institución, se relacionan con su entorno a través de una perspectiva.  En ocasiones conocemos cuál es la intencionalidad, objetivos y pauta interpretativa de quien entra en relación con nosotros, pero, en otras ocasiones, esta no es fácil de identificar o precisar.

Esa persona o institución, por razones de muy diversa naturaleza, ha podido decidir velar su <perspectiva>. La consecuencia para todos los demás lleva a la incógnita de sus pretensiones. Desde un punto de vista moral, puede originarse esa estrategia en la mentira, en el cinismo (puesto que necesariamente presentaran otra perspectiva o  finalidades <públicas>) o en la amoralidad que puede ser desprecio o burla de los demás que desconocen sus <intenciones>.

Recurriremos a un texto clásico de una cultura no occidental para señalar que esta estrategia no es desconocida por ninguna época y, casi podemos estar seguros, que por ninguna civilización.

“Puedes ganar cuando nadie puede entender en ningún momento cuáles son tus intenciones. Dice el Gran Hombre de la Montaña Blanca <El principal engaño que se valora en las operaciones militares no se dirige solo a los enemigos, sino que empieza por las propias tropas, para hacer que le sigan a uno sin saber adónde van>.”

                                                                        Sun Tzu, El arte de la guerra, cap.11.

Desde hace algunos siglos hay, con un término de adscripción u otro/s, unos afectos, partidarios o <almas> entregadas, con mayor o menor pasión y consecuencia, a la modernidad, que se va extendiendo a modalidades transformadas de esta como la posmodernidad. ¿Cuál es la <pretensión> de la modernidad, en sus diversas modulaciones o <casillas>? ¿Todos los <modernos> de diversa acepción conocen ciertamente hacia donde les lleva la modernidad y sus rectores sucesivos?¿Más aún, alguno/s de ellos, rectores o fieles del común, conocen las postrimerías de la/s perspectivas modernas?

En las primeras etapas de la modernidad se desmarcaba esta perspectiva de otras por su <principio> de realidad universal: los datos, la experiencia empírica de acceso universal, la transsubjetividad, la realidad de lo inmanente. Sin agotar en la descripción anterior cada modulación moderna a la que ha asistido el mundo occidental en los últimos siglos, puede resumirse o sintetizarse con una expresión (quizá no del todo comprensiva con todos los cambios intrasistemáticos) lo que tienen en común: objetividad frente a metafísicas.

Los <datos> objetivos de los países más modernizados, incluidos los que han resistido con alguna gallardía o pesadumbre su vaciamiento <propio>, son de una claridad y rotundidad sin distorsión posible: la vida del ser humano personal, como persona, se va a hacer inviable.  ¿Por qué no se acepta que las consecuencias exitosas de la modernización sucesiva –datos-  lleva a la necesaria simulación y engaño institucionalizado, para no hacer evidente para todos la definitiva inviabilidad de la perspectiva <moderna>? Es evidente, los beneficiarios del ahora ya engaño institucionalizado, tratan de sobrevivir al desenlace inevitable con una tramoya que les permita cambiar la modernidad, y sus <principios> y futuribles <ideales>, por un artefacto eficaz con el control de una población ya des-personalizada y des-humanizada.

¿Pero, hay otra/s perspectivas de operatividad real en la actualidad? ¿Si se hunde –quizá- o se transforma el <barco moderno> en el que vamos como pasajeros, en una jaula distópica y contrapersonalista, no es cierto que no nos quedaría sino vivir hasta el final la aventura de una humanidad conclusa?

Sí a la primera cuestión, y no a la segunda. Aunque la modernidad que huye hacia <adelante>, acelerando sus contradicciones, es un artefacto de una potencia y extensión inigualable con otras formas o perspectivas de vida, ya casi reducidas a la anécdota o al “parque de atracciones o de turisteo” no es la única opción. El personalismo como perspectiva, y una vida desde la razón vital, han estado siempre abiertas para todos.

Toda persona que vive desde la razón vital es un <quien>, y cuando entra en contacto con la mentira o la simulación desaparece. No hay peligro de que se engolfe en una continuación interesada de lo impersonal o del interés en lo individual pues sólo vive –es posible-  cuando todo  y todos en su entorno se hace/n personal-ista.

Conclusión y consecuencia: si quien lee este texto –o ha llegado a la misma conclusión, o lo conoce- es una persona, en la literalidad de la significación antropológica, y su entorno no es capaz de alentar la vida personal de cada <quien>, tiene que hacer lo necesario para que la perspectiva personal-ista pueda, ahora y siempre, ser conocida y practicada por una humanidad hoy  herida de letal nihilidad.

La práctica no ha de comenzar cuando un número crítico de personas decidan que ya se dan las condiciones de un éxito o aceptación social (moderno…) <razonable>. Claro. Claro.





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