¡Atrévete a mirar!
La <mirada> personalista.
En el entorno cultural-histórico tardomoderno y posmoderno aparecieron las <miradas> que intentaron desmontar lo que han solido, y suelen denominar, el sujetocentrismo, el antropocentrismo y las posibilidades de una vida personal. Cada intento se sostiene en una serie de conceptos, principios y prejuicios diversos, pero con un objetivo común, que puede resumirse en una imagen o expresión sintética: no somos <nadie>, porque no somos <alguien>.
Las críticas y las descripciones realizadas, independientemente de algunos aciertos <críticos>, son inocuas, desde un punto de vista o nivel ontológico, para la vida personal. Su éxito y su toxicidad derivan de las dificultades que añaden a la vida <propia> de todas las personas, y de forma crucial hoy, por su operativización cultural y legal.
Son <miradas> que hipostatizan una realidad absoluta, afirmando que es invisible a otras <perspectivas>, no permitiendo ninguna otra posibilidad. No aceptan su condición <perspectivista>, es decir, que son una o varias perspectivas sobre la realidad, y que hay otras más. Cuando se niegan a considerar la existencia de la persona, a la que se puede <mirar> por cualquiera, se instalan en una no-perspectiva. Estas que se intentan constituir sobre lo irreal, lo falso o lo pernicioso acaban por negar absolutamente toda otra realidad, paradójicamente cuan do algunas de ellas comienzan por una perspectiva relativista crítica.
La mirada hemipléjica de estas posiciones contrapersonalistas ha dejado de ser un producto intelectual con un grado mayor o menor de trascendencia particular entre sus autores y discípulos, y ha pasado a constituir un elemento esencial, o la esencia de la <educación> contemporánea-posmodernista. El activismo o el disfrutalismo, con pretensiones en la actualidad de estar garantizado por las instituciones gubernamentales (garantismo ontológico-antropológico teórico de estas <miradas>, y no tanto de los individuos a los que se pretende proteger su derecho al goce y satisfacción de lo que se va determinando como <deseable> y exigible) va constituyendo la forma de huida hacia adelante que intenta mantener el discurso y los réditos de los mentores de esta triste desolación.
El mundo, dijeron, se ha desencantado, y la mirada de <todos> es hoy ya, con su contribución teórica, capaz de estar ante lo que son las cosas. Sin embargo, lo que hoy (ya hace varias décadas) tienen que seguir consiguiendo, es su principio de garantismo constitucional, es que no aparezca, que no se desvele nada, y por supuesto nadie (lo propiamente personal) en ningún medio o institución de acceso general a toda la población. En términos accesibles a todos y de uso convencional: no nos quieren nada…a nadie, y van logrando hacer cada vez más difícil la alegría de vivir… la vida PERSONA-l.
Creo que quien quiere enterarse de lo que traen los tiempos, lo que proponen algunos modernos…, lo han podido y pueden hacer aproximándose a los “profetas”, que con una <mirada> personalista lo han anunciado desde hace tiempo. El grado de transformación lúgubre de las vidas personales con el garantismo del disfrute de lo sentimentalmente deseable, alentado y legalizado, ha crecido hasta instalar al hombre actual en la más frenética desesperación de la huida del vacío modernamente adjudicado al ser humano de cada <quien>.
Las políticas de salud mental de los gobiernos son un presunto “remedio” imposible de soslayar y ocultar a la sociedad ante la situación actual. Ante <miradas> que por sus consecuencias cualquiera puede entender que son de una toxicidad y letalidad inaceptables, sólo hay que insistir, a pesar de las dificultades actuales, que hay una <mirada> sin el peaje de la felicidad y la vida.
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“Con sus dudas orientales sobre la personalidad no garantizan que no vayamos a tener una vida personal en el más allá, sólo se aseguran que no tengamos una vida personal más plena o alegre en este mundo”.
G. K. Chesterton, Ortodoxia.
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